lunes, 18 de enero de 2016



Nunca he visto una herida sangrar sin que alguien antes haya intentado abrirla ni he visto nunca a nadie pedir auxilio cuando realmente quiere morir.
Tengo en el corazón una brecha preciosa que divide lo que soy en un caos entre lo que tengo y siempre quise, y lo que temo perder por tenerlo aquí.
Una mitad me repite que me coja, que me agarre fuerte. La otra, me explica el porqué;
No te sueltes –repite, la hostia va a ser fuerte.
Volver al precipicio desde donde una vez salté no fue buena idea, pero venció la curiosidad de verme ahí tirada y ver cómo te alejabas fue el empujón perfecto. El vértigo sólo se cura una vez llegas al suelo y créeme, hecho añicos, poco importan ya las alturas que no lleven tu nombre.
Me lo he pasado genial esta noche, yo también hubiese muerto por ti.
No creo en las segundas oportunidades así como no creo en la vida después de la muerte, una vez hecho el corte, es imposible disimular la cicatriz. Lo escribe alguien que lleva ocultando la suya demasiado tiempo.
Si me dejas sola en esto, ya habremos sido dos. Yo lo hice hace mucho tiempo y lo volvería a hacer si me cruzase por la calle.
El monstruo que vive debajo de mi pecho me está consumiendo, a falta de galletas se está comiendo el corazón.
Sálvate tú, a mí ya no me queda tiempo y me faltan ganas.

Fue precioso morir , por morir a tu lado.

martes, 12 de enero de 2016

Del maestro. De Risto Mejide, claro.

“Qué mal nos queremos. Qué mal andamos de cariño del bueno. Qué poco nos paramos a darnos lo nuestro. Y ya no digamos lo de los demás. Qué pronto se acabó lo que se nos daba, si es que se nos dio. En este déficit emocional globalizado y transnacional no existen ya ni clases medias ni clases altas, aquí todos somos mileuristas de un amor hipotecado, aquí todo el mundo es un sin techo de amor del que duele cuando sana, amor del de verdad.
Y todo por querernos mucho, muchísimo, sí, pero mal, con lo cual acaba siendo peor el remedio que la enfermedad. Porque cuando algo es malo y sin embargo escaso, no hay que preocuparse demasiado, es mucho más fácil de evitar, y ya no digamos de erradicar. Pero si encima te lo profesan en cantidades industriales, si hablamos de una pandemia a nivel mundial, inténtate tú escapar. Es imposible. Y así nos va.
Qué mal nos queremos. De verdad. Existen quereres de los que damos por descontados. Su único gran defecto es que siempre estuvieron ahí, sin pedir nada a cambio, sin hacer demasiado ruido y tampoco hubo que hacer mucho para currárselos. Es el querer de una madre, sí, pero también cualquier amor que llegue demasiado pronto, demasiado fácil, demasiado incondicional, ése que cuando te vienes a dar cuenta de que lo tenías, te giras y ya no está. Y es entonces cuando empiezas a echarlo de menos. Cuando ya es tarde. Cuando ya no se le puede corresponder… ni apartar.
Y es que no sé si lo ves, pero mal, nos queremos un rato. Mira el amor propio, el amor a uno mismo. Ése que alguno confunde con soberbia o prepotencia y a otros les da vergüenza manifestar. La gente aquí no tiene punto medio: o se pasa de frenada, como es mi caso, o en su vida no lo llega ni a probar. Esta última es la humildad mal entendida, la que te divide día a día como individuo y te apaga como una vela en medio de esta tempestad a la que llamamos rutina. Lo necesario que es pasar más tiempo con uno mismo, para poder pasarlo con los demás. Lo difícil es encontrarle el punto, apretarle a la vida, exigirle siempre un poquito más. Conocer los propios límites y ponerlos cada día a prueba, y comprobar que cuando tú te acercas, siempre se acojonan y acaban refugiándose un poco más allá.
Y así no es de extrañar que haya gente que se quiera tan flojo. Nos enamoramos y hacemos ver que nos da igual. Vayamos poquito a poco, no te vaya a soltar un te quiero demasiado pronto, no nos vayamos a precipitar. Como si esto que te sale del corazón fuese agua del grifo. Ahora lo caliento, ahora lo enfrío. Ahora le doy a chorro. Ahora gotita a gotita y no más. Y el día menos pensado se te olvida quitar la llave de paso y te encuentras flotando empapado en medio de tu propia soledad. Uno no elige cuándo ni de quién se enamora, como tampoco se puede elegir la velocidad. Falacias que nos contamos a nosotros mismos, tratando de convencer a un amigo que ya hace tiempo que ni nos cree, ni nos ha dejado de escuchar.
Dentro de este ramillete improvisado de amores nocivos, no podíamos olvidar los que encuentran placer simplemente en hacerse daño. Los yonkis de la intensidad. Es difícil llegar a admitirlo, pero algunos lo consiguen. Y entonces qué. Porque destruirse es como acariciarse: por muy bueno que seas contigo mismo, siempre hay alguien que lo hará mucho mejor por ti. Aunque sea porque llega adonde tú no llegarías jamás. Y es que nadie me hiere como tú.
Qué mal nos queremos cuando quererse es atraparse, meterse en una urna y verse marchitar. Entramos en el mundo de los reproches, de las libertades fingidas, del tú verás, del te quiero tal como te imagino. T’estimo, ets perfecte, ja et canviaré.
Y para terminar, para que nadie se sienta excluido, aplaudamos la inmensa horda de amores pantalla. Los que lo son de cara a la galería, porque a nadie se le ocurre nunca profundizar. La cantidad de parejas que cenan siempre en silencio. Parejas que si se cuentan el día, lo hacen como quien repasa sin hambre la carta. Parejas que han olvidado que el hecho de hablar no tiene nada que ver con el acto de comunicarse. Para lo primero basta con mover la boca y emitir fonemas. Para lo segundo, además, hay que mover el corazón. Propio y ajeno.
Y hablando de ajenos.
Por muy mal que nos queramos todos, jamás olvides que siempre estarán peor los demás.
A que sí, cariño.”

martes, 8 de diciembre de 2015

Y te encontré , y realmente me reencontré conmigo misma.

Como brillaban los ojos hace apenas unas horas, como me brillaban de llorar, y como me empezaron a brillar cuando te miraba. Era imposible no mirarte, con la luz que desprendes , sigues brillando y acogiéndome en tu aura para protegerme de todo y contra todos.

Los días malos , las situaciones parecidas, las vidas paralelas, caminos, daños, años y meses , pero al final del año; al final del año, siempre es tu mano la que me hace más fuerte, y es ahora la que más necesito, y como no, al final del camino, siempre has aparecido tú.

Nunca cambiará como consigues erizarme la piel, como consigues que sonría, que sonría de verdad. Y es ahora cuando me doy cuenta, de que me he pasado toda la vida perdida, y que las únicas veces que me encuentro es cuando tu te atreves a estar cerca mio.

Supiste encontrarme , supiste ser incondicional por encima de todo y todos, darme el equilibrio cuando sentía que me caía. Fue que parecía que no, pero al final sí. Lo tuviste todo de mi , desde el primer momento. ¡Y qué feliz me hiciste!.

Has sido el aire que me faltaba, los pulmones que estaban negros y tú con tu magia, volviste a dar color a mi vida. Era ahogarme en una duda, y que me dieras fuerza en un suspiro.
No lo tuvimos fácil, pero ha merecido la pena. Mirarse a los ojos y encontrar el lugar donde quieres estar siempre, y que el resto del mundo se vaya , porque te sobra todo y todos, porque sólo tu aliento me daba inspiración, que se pare el mundo, que no me hace falta estar en contacto con nadie que no seas tú.

Y ha llegado el momento. No importa el frío que haya fuera , no importa que situaciones suframos, saldremos adelante.Mano a mano. No necesitamos más , nunca lo necesitamos.
El empujón, el tomar otra decisión, tu magia, tus formas, tus manias, (has conseguido que me enamore hasta de tus manias, de tus reproches, de tus fobias...), me he enamorado de cada calada que das al cigarro, me he enamorado de tus sueños, y he querido hacerlos míos. Me he enamorado de ti, de todo lo que haces, y de todo lo que nos queda por hacer. Me he enamorado de principio a fin, y ¿Sabes lo mejor?, que ha pasado el tiempo, pero nada de eso ha cambiado. Y la ilusión, con la Esperanza, de que cada día puede ser un nuevo comienzo, y cada comienzo una nueva oportunidad para ser lo que siempre hemos querido ser. Ser contigo, ser para ti , no saber ser sin ti, porque estar contigo es sentir. 
Me salen las palabras solas, quizás es porque no supe decírtelas a tiempo, quizás porque nunca sabré decírtelas todas, y porque siempre me quedará mucho que contarte, que demostrarte. Será que va a ser verdad, que no existen fronteras, que no hay límites, que esto sobrepasa todo, y que no importa que nadie lo entienda, que eso ya da igual.
Y es verdad , "Qué el pasado sólo es como un día malo".Y cuando pasen los años, allí dónde me lleve la vida, sólo quiero llevarte conmigo. Ver con tus ojos, oler con tu nariz, y dormirme mientras me susurras que todo va a salir bien. Que no hacen falta apoyos, que nunca nos hicieron falta, que no necesitamos nada más , que tenemos motivos suficientes. 
Que no quiero perder más tiempo sin contarte , que la vida sin ti, me hace ser un poco más cobarde. 
Te he besado desde lejos, y por fin un poco más cerca. 
No importó el invierno, te volviste eterna,no perdimos la primavera, la recreaste en cada esquina. La razón y el corazón separaron los caminos, y el silencio hasta acompaña, silencio sí, si es contigo.

Y creyendo que la nostalgia solo era una palabra que utilizaba Sabina en sus canciones, me he dado cuenta que eras tú y era esa palabra la adecuada para definir que era lo que había perdido, lo que la vida me había quitado, lo que tanto añoraba, escrito cerca de una casa azul. Que la nostalgía era añorar todos y cada uno de tus abrazos, y todos los besos que no me has dado.
Y ahora sé que lo echo de menos, desde aquellos churros a las nueve de la mañana, o aquellas rosquillas que llevan tu nombre, que echo de menos hasta tu comisura manchada de café.
Y la nostalgia también es eso que extrañas, cuando no está tu mano para agarrarla a la hora de la siesta, cuando no encuentro tu cuerpo a oscuras enredado entre la ropa del armario, te veo de lejos,y... apareces.
No hay kilómetros que separen nuestro corazones,no hay caricias que se olviden, porque conseguí verte, aunque no estuvieras.
La vida es más bonita con una canción de fondo si se oye tu voz, con la mirada perdida, ahí también te veo, la magia que lanzas, los metros que me separan de tu cama. 

Nada es suficiente para separarme de ti, me sobran las ganas para sentirte cerca, y no puedo no quererte en la distancia, igual que te quiero cuando me abrazas.

Y hoy por fin, he dejado de estar algo ciega y asustada, no me ha hecho falta saltar al vacio. He encontrado tu mirada, las migas del bocadillo que te tomas, he encontrado tus caricias , tus te quieros, todo lo que extrañaba, y me he dado cuenta, que la nostalgia es aquello que me pasa cuando me faltas.

Yo que no sabía cómo se curaba la nostalgia , has llegado tú y me has llenado de magia. REPITO, magia. No puedes tener otro nombre.  Y que hasta la soledad es bonita, si es soledad estar contigo.



Te quiero.

lunes, 30 de noviembre de 2015

Rotos.

La ruptura.

"Sí, ese momento de tu vida en el que te sientes la persona más desgraciada del mundo, en el que piensas que no podría pasarte nada peor, que por qué Dios tuvo que señalarte a ti para que pasaras por esa experiencia tan traumática.

Cuando pensamos en una ruptura no podemos evitar imaginar a un chica con moño, con un pijama rosa de un conejito, comiendo helado frente al televisor mientras come una caja de helado gigante y llora viendo “El Guardaespaldas”, y más o menos es así. Pero claro, también depende de la chica.
 
Las rupturas pueden llevarse de muchas maneras, cada una lo lleva como puede, claro está. Para empezar están aquellas que lloran. Si, lloran y ya está. Ven una pareja besándose y lloran, escuchan una canción de amor y lloran, y todo ABSOLUTAMENTE todo les recuerda a su expareja. Cuando estás hablando con ellas tienes que pensar muy bien lo que dices. Intentas desviar la conversación hacia todo lo que no pueda relacionarse con el amor. Le cuentas que ayer fuiste a la universidad. Y te cuenta que él siempre iba a buscarla a la universidad y ahora va sola a casa. Asique cambias de tema completamente, y le cuentas que ayer comiste lentejas. Y te salta que a él le cantaban las lentejas. Le hablas de puertas, de palomas muertas en la carretera, de comida putrefacta en el frigorífico, y no sabes cómo pero siempre consigue relacionarlo con él. Asique te callas, le pones el hombro, y dejas que llore.

Están esas que se vuelven muy duras, y ante una conversación sobre temas amorosos son capaces de soltarte un tortazo y decirte que el amor no existe, y luego quemarse la lengua con un mechero. Porque son realmente duras. No puedes contarle nada de lo que hagas con tu pareja, porque se reirá de ti, te señalará como el mono de Padre de Familia, y te dirá que va a vomitarte arco iris en la cara. Y, por si acaso, tú te callas.

Otra posible reacción es la de darse a las fiestas y el alcohol. Está ese dicho tan feo de olvidar con la bebida, y cuando se ha bebido tres cubatas te mira sonriente y te dice “llevo tres”. Y entonces es cuando aparece ese icono del Wassap del muñequito con las gafas de sol. Sale todos los días que puede, se apuntaría a un bombardeo. Se levanta al día siguiente y no se acuerda de cómo ha llegado a casa, y le da igual. Porque ahora está soltera y no tiene que dar explicaciones a nadie, puede llevar las faldas tan cortas como quiera, y hacerse la línea del ojo hasta que le llegue a las orejas. Y en ese momento te preguntas con qué clase de tío ha estado saliendo tu amiga.

También está la cansina, la que no se rinde, la que se ha tomado demasiado en serio eso de que la esperanza es lo último que se pierde. Y se arrastra, se arrastra y se arrastra, y podrían concederle la categoría de reptil. Tú le explicas que está haciendo el ridículo, que él se está riendo de ella. Lo peor de todo es que te da la razón pero, adivina que hace de nuevo, se arrastra. Y le partirías los dientes, le darías un sillazo en la cara, pero nada de eso serviría, porque hasta que no lo entienda ella, no va a parar.

Y luego, como pack a este tipo de trastornos del comportamiento se pueden sumar dos cosas. O se vuelve totalmente una monja o, como decirlo suavemente, una guarrilla. Y en ambos casos la observas de lejos, desde la barra de la discoteca, y la ves por ahí haciendo cosas raras pero sólo mueves la cabeza de un lado a otro y susurras “pobrecilla”.
 
Pero, atención, porque después de la tormenta siempre llega la calma. Te olvidas de él, y te das cuenta de que estás mucho mejor así, que sólo perdiste el tiempo, que su novia de ahora es un seto mañanero, y blablabla. La vida vuelve a sonreírte. Y te das cuenta de lo ridícula que has sido, decides borrarla de tu mente para siempre, y sólo recurrir a ella para dar consejos a los demás. Porque otra cosa no, pero consejos tienes para aburrir. “Hazme caso a mí que yo he pasado por esto”.

Y así durante toda tu vida, en fases cíclicas hasta que finalmente te cansas de buscar al Príncipe Azul con el que te ha engañado Disney y te quedas con el que toca. FIN."


sábado, 15 de noviembre de 2014

Giros inesperados.


Cada día un sentimiento diferente, cada día un poco menos de fuerzas, cada día una espada más que se te clava en el pecho. 
Quizás detrás de esos ya no te echo de menos, he abierto y he comprendido que ni siquiera las conversaciones profundas de esas que te vuelven a pegar los pedazos del corazón merecen la pena, ni encontrarse con todos los recuerdos, parece que nada va a curar esta herida; había formas y formas, pero elegiste la que más dolía, la más innecesaria, y a la vez la que más me humilló. 

Con el paso de los años también ha cambiado tu forma de ver el mundo, ni siquiera levantas la cabeza y sonríes como que no pasa nada, ya no sabes fingir. 
No me queda mucha batería, la energía no la encuentro, y las balas las gasté en uno de tantos intentos. Creo que es ahora cuando ni siquiera necesito lo que tanto pedía. 

Y ahí , quizás también entres tú. El no querer mirarte la cara, ni el qué te pasa, con saber que las cosas ni marchan , ni funcionan, es suficiente. No quiero mensajes de buenos días, chocolate como rutina, una cena entre velas donde se enredan las miradas.
Esas cinco miradas una vez el mes , no compensan tanto daño.

Ya no necesitas que esa persona te sujete como un tronco y sus raíces, sólo quieres que todo pase y que deje de doler. Que se apague la chispa. Que no tenga que tragar saliva para no verte, que pueda hablar sin cambiar el tono de voz al cruzarme, no tartamudear y poder contar todo aquello que supe, sabíamos , y que nunca me quisiste reconocer. 
No quiero una chispa que sea fuego, sólo quiero cenizas, que baje de intensidad; que pase el tiempo, que la lluvia lo apague, y que ni siquiera aprecie las brasas 

Que un día, (al fin) vuelva a salir el sol, y no importa si sola o con alguien , sólo importa que salga y que se curen las heridas, o al menos que no se infecten las cicatrices.
Que vuelva a sonreír , y que no vuelva a bajar la cabeza por nadie.
Que no es hoy , ni mañana, ni tampoco pasado, pero espero que sea muy muy pronto. 
Que ser débil no es malo, y que el haber querido a alguien con toda tu alma es humano. 

'Que por fin el tiempo borre las heridas, y que tus fantasmas nunca más vuelvan a verme'.





lunes, 27 de octubre de 2014

Haz ver que me olvidas.

“Cuando sepas de mí, tú disimula. No les cuentes que me conociste, ni que estuvimos juntos, no les expliques lo que yo fui para ti, ni lo que habríamos sido de no ser por los dos. Primero, porque jamás te creerían. Pensarán que exageras, que se te fue la mano con la medicación, que nada ni nadie pudo haber sido tan verdad ni tan cierto. Te tomarán por loca, se reirán de tu pena y te empujarán a seguir, que es la forma que tienen los demás de hacernos olvidar.
Cuando sepas de mí, tú calla y sonríe, jamás preguntes qué tal. Si me fue mal, ya se ocuparán de que te llegue. Y con todo lujo de detalles. Ya verás. Poco a poco, irán naufragando restos de mi historia contra la orilla de tu nueva vida, pedazos de recuerdos varados en la única playa del mundo sobre la que ya nunca más saldrá el sol. Y si me fue bien, tampoco tardarás mucho en enterarte, no te preocupes. Intentarán ensombrecer tu alegría echando mis supuestos éxitos como alcohol para tus heridas, y no dudarán en arrojártelo a quemarropa. Pero de nuevo te vendrá todo como a destiempo, inconexo y mal.
Qué sabrán ellos de tu alegría. Yo, que la he tenido entre mis manos y que la pude tutear como quien tutea a la felicidad, quizás. Pero ellos… nah.
A lo que iba.
Nadie puede imaginar lo que sentirás cuando sepas de mí. Nadie puede ni debe, hazme caso. Sentirás el dolor de esa ecuación que creímos resuelta, por ser incapaz de despejarla hasta el final. Sentirás el incordio de esa pregunta que jamás supo cerrar su signo de interrogación. Sentirás un qué hubiera pasado si. Y sobre todo, sentirás que algo entre nosotros continuó creciendo incluso cuando nos separamos. Un algo tan grande como el vacío que dejamos al volver a ser dos. Un algo tan pequeño como el espacio que un sí le acaba siempre cediendo a un no.
Pero tú aguanta. Resiste. Hazte el favor. Háznoslo a los dos. Que no se te note. Que nadie descubra esos ojos tuyos subrayados con agua y sal.
Eso sí, cuando sepas de mí, intenta no dar portazo a mis recuerdos. Piensa que llevarán días, meses o puede que incluso años vagando y mendigando por ahí, abrazándose a cualquier excusa para poder pronunciarse, a la espera de que alguien los acogiese, los escuchase y les diese calor. Son aquellos recuerdos que fabricamos juntos, con las mismas manos con las que construimos un futuro que jamás fue, son esas anécdotas estúpidas que sólo nos hacen gracia a ti y a mí, escritas en un idioma que ya nadie practica, otra lengua muerta a manos de un paladar exquisito.
Dales cobijo. Préstales algo, cualquier cosa, aunque sólo sea tu atención.
Porque si algún día sabes de mí, eso significará muchas cosas. La primera, que por mucho que lo intenté, no me pude ir tan lejos de ti como yo quería. La segunda, que por mucho que lo deseaste, tú tampoco pudiste quedarte tan cerca de donde alguna vez fuimos feliz. Sí, feliz. La tercera, que tu mundo y el mío siguen con pronóstico estable dentro de la gravedad. Y la cuarta, -por hacer la lista finita-, que cualquier resta es en realidad una suma disfrazada de cero, una vuelta a cualquier sitio menos al lugar del que se partió.
Nada de todo esto debería turbar ni alterar tu existencia el día que sepas de mí. Nada de todo esto debería dejarte mal. Piensa que tú y yo pudimos con todo. Piensa que todo se pudo y todo se tuvo, hasta el final.
A partir de ahora, tú tranquila, que yo estaré bien. Me conformo con que algún día sepas de mí, me conformo con que alguien vuelva a morderte de alegría, me basta con saber que algún día mi nombre volverá a rozar tus oídos y a entornar tus labios. Esos que ahora abres ante cualquiera que cuente cosas sobre mí.
Por eso, cuando sepas de mí, no seas tonta y disimula.
Haz ver que me olvidas.
Y me acabarás olvidando.
De verdad.”

-Risto Mejide-

domingo, 17 de agosto de 2014

Twenty-one years for my buddha girl.




Una calada honda, no hablo de tábaco. A tí te gusta más inspirar el humo de una moto, y a la vez espirar sueños.
Te admiro. Hace tiempo que ya no le das importancia a eso que hace la gente de hablar sin saber. 
Das un paso, o dos, no lo sé , estoy segura que el suelo tiembla a tu lado. Tus zapatos te adelantan cada vez que fijas la mirada en el suelo y  la vida te ha ido enseñando lo que de verdad te hace feliz.
Cuando las cosas pierden sentido, siempre sabes que palabra decir o qué hacer. 
Me parece absurdo que te odien, pero tan real que te tenga envidia. Tan absurdo como las cosas de la vida. Cómo la cantidad de corazón que tienes, aunque a veces se lo des a la persona equivocada.
Has aprendido a no agachar la mirada, a valorarte , y a poner el mundo a tus pies.Otra calada honda, ya casi estás a la mitad de inspirar tu propia mota. Tu vida empieza a tener sentido, y cada vez la vida te ha hecho más fuerte. 
No importa quién te odie, recuerda lo mucho que te queremos otros, por todos los que envidian el color de tus ojos. 
Puedes dar tantos pasos como quieras, ya has aprendido a caminar con unos tacones de veinte centímetros, y no caerte, y eso no lo hace cualquiera. 
Te subias sobre dos ruedas sabiendo que había momentos contados, que aquella complicidad se llenaba de imposibles.
Que despues de algún que otro disparo, uno te rozó, y el otro puso punto y final.
( No sabes cuántas son las razones que tengo para admirarte, casi tantas como para quererte).
Te has dejado las costillas, el cuerpo y el alma en cada asalto, siempre has sabido hasta donde llega la verdad, y con el tiempo hasta donde llegaba también la hipocresía.

Contigo he aprendido que a los momentos importantes no hace falta ponerle nombre, porque se llevan en las venas. 
Si no os salen los planes, no le quitéis a ella esa sonrisa de la boca, porque al final de la partida , siempre perderá quien debe de perder.
Quizás mañana esa persona no pueda vivir sin ti, pero tienes a un montón de gente para agarrarte la mano y no dejarte que agaches la cabeza ni dos centímetros.
No puedo decirte que pasaba aquel 17 de Agosto de 1993, yo aún sólo tenía unos meses. 
Sé que aquel día la suerte brillo al compás de tu corazón. 
A tus veintiún años, has aprendido que la vida está llena de casualidades, que el mundo es muy pequeño, y que tu eres muy grande.
Con el tiempo, también has aprendido que hay emociones que no se controlan y calles que creías seguras, pero que están llenas de mentiras. 
Que hay secretos donde menos lo esperas, y lágrimas en la calle más tranquila.
Existen los días cortos y los largos. Días que te mueres por vivir, y hay vidas que te mueres por volver a abrazar. Contigo he aprendido que la vida está para vivirla, y también me has enseñado que nunca se sabe si la persona con la que te cruzas una mañana tiene la respuesta a tu pregunta, o si tal vez os volveréis a cruzar.
En veintiún años has vivido demasiado, has madurado muy pronto, y has pasado tiempo en lugares triste. Ahí has visto ojos triste, risas con ganas , y miradas perdidas.
En tus múltiples viajes, habrás visto terminales de encuentros y despedidas. Canciones que recuerdan según el viaje. Te has dado cuenta que hay gente que sabe de donde viene , y gente que no sabe a dónde va. 
Y hay canciones que recuerdan a ti , desde aquel 17 de Agosto de 1993. 
Gente que te marca la vida, desde el minuto uno, (COMO TÚ).
Y que no me faltes nunca, mi pequeña sonrisa de confianza. 

Mil gracias por encontrarme en este mundo tan pequeño. 
Muy Feliz Cumpleaños Claudia. Por muchos más a tu lado.

Nunca olvides, que siempre tendrás mi mano donde estés, nunca olvides que te quiero.